Duban Mauricio Gil
Aristizábal
Bibliotecólogo Universidad de Antioquia
Máster en estudios avanzados de literatura Universidad de Barcelona
En
esta entrada vamos a tratar un tema bastante sensible, teniendo en cuenta que
la representación social y el imaginario colectivo del bibliotecario escolar
normalmente no lo dejan bien posicionado en su gestión dentro de la Institución
educativa. Juicios parcializados han desvalorizado y desdibujado el rol del
bibliotecario, muchas veces estos señalamientos llegan desde profesionales de
la Educación y la Bibliotecología, incluso otros sectores ajenos al área, que
sin conocimiento real, pues no han tenido experiencia en bibliotecas escolares dicen
ser referentes de estas. En este sentido, basado en mi experiencia, me voy a
tomar el atrevimiento de hacer una reflexión sobre lo que debe ser el perfil
idóneo de un bibliotecario escolar. Seguramente pasaré algunos aspectos por
alto, por lo que es una propuesta que está abierta al debate.
En
primer lugar, debemos partir del principio que la biblioteca escolar permite el
diálogo de saberes, por tal motivo es un territorio donde se valora en alto
grado el conocimiento multidisciplinar, entre más flujo de información se dé en
diversos sentidos mucho mejor. Sin embargo, no podemos perder de vista los
aspectos clave de la gestión de la biblioteca escolar, donde se incluyen
asuntos técnicos, pedagógicos y administrativos. Si bien la tendencia en las
bibliotecas es que sus dinamizadores tengan formación social y humanística esto
no significa que sea un campo vetado y prohibido para otros perfiles
(seguramente esto último no va a caer muy bien entre muchos colegas y es un
punto de vista que se puede disertar de muchas maneras). Muy bien, teniendo en
cuenta mi experiencia en espacios de liderazgo en estos espacios, me he encontrado
con bibliotecarios con formación en disciplinas como el Derecho, la
Comunicación, Historia, Ingeniería de sistemas, Educación e incluso algunos sin
formación profesional, los cuales realizan un trabajo muy valioso en sus
bibliotecas, algunos de ellos involucrados de lleno en procesos de gestión
escolar y que complementan su trabajo de la mano con los docentes. No puedo dejar de reconocer que algunos
bibliotecarios escolares con formación profesional en bibliotecología son
referentes, sin embargo, todavía son muy pocos los que se inclinan por este
sector. Necesitamos que muchos más bibliotecólogos estén liderando bibliotecas
escolares, sabemos que las condiciones no siempre son las mejores y algunos
factores que van más allá de la vocación y la misma formación por el momento no
la ponen tan fácil, pero considero que es un campo que no podemos dejar de
conocer.
Podríamos
mencionar y describir cantidad de características que debe tener un buen
bibliotecario escolar (pasión, capacidad para trabajar en equipo, gestor
cultural, amante de la lectura, aprendizaje continuo, sensibilidad, empatía,
con manejo de las nuevas tecnologías, creatividad), los cuales la mayoría de
bibliotecarios las tiene en mayor o menor medida, pero seguramente esto ya se
ha mencionado hasta la saciedad. Quiero entonces enfocar mi reflexión en 2
aspectos que considero fundamentales: Liderazgo y vocación pedagógica como
características imperativas de todo bibliotecario escolar.
Cuando
hablamos de liderazgo nos referimos a aquellas personas que de manera
permanente se están construyendo desde adentro hacia afuera, son inquietos,
investigadores, enamorados del aprendizaje y que cuentan con una capacidad de
convocatoria por encima de la media. Un líder de manera natural es capaz de
generar espacios de construcción colectiva y de implementar comunidades de
aprendizaje. Existen procesos bibliotecarios realmente hermosos en las
instituciones educativas, pero dado a que el bibliotecario no ha cualificado
sus capacidades de liderazgo, estas experiencias no son visibles y no cuentan
con el apoyo deseado en dichas instituciones. No es raro que el bibliotecario
no sea tenido en cuenta en el organigrama institucional y sea un actor ausente
en los procesos de gestión escolar, en el mejor de los casos su papel se limita
al de promotor de la lectura y escritura en la institución o como apoyo a
procesos administrativos ajenos a la labor bibliotecaria, y como ya hemos
mencionado en anteriores reflexiones su rol es mucho más activo e integrador.
En
este sentido, no podemos perder de vista que las funciones del bibliotecario
escolar son principalmente pedagógicas (sin descuidar aspectos técnicos y
administrativos), puesto que son estas actividades las que se relacionan
directamente con el quehacer educativo. No se trata que la biblioteca escolar
suplante lo que realiza la biblioteca pública con sus usuarios infantiles y
juveniles, puesto que la escuela se sitúa en la esfera de la producción, en
la esfera del trabajo, mientras que el placer de leer, el gozo por la lectura
–como por casi todo lo demás- se sitúa en la esfera del ocio.
Es posible que debido a la tradición y al desarrollo
que ha tenido la biblioteca pública en Medellín sus experiencias significativas
se extiendan hacia otras bibliotecas (en especial las escolares), sin embargo,
no se puede perder de vista que a la biblioteca escolar se va a estudiar, a
trabajar en grupo, a adquirir conocimientos, pero también es un espacio de
sociabilidad que fomenta un ocio creativo (la lectura en primer lugar) al que
los alumnos acuden voluntariamente y deciden las actividades en las que desean
participar.
Otro aspecto clave en estos procesos de liderazgo y de
vocación pedagógica es que el bibliotecario escolar consolide una relación
horizontal con el cuerpo docente, basados en los principios de la comunicación
asertiva. De esta manera, los saberes de ambos actores se encuentren y se
complementen, en otras palabras, el bibliotecario escolar se debe dar su lugar
en la Institución Educativa y ganarse los espacios, cuando logre esto la
biblioteca también será más visible y tendrá más protagonismo en los procesos
institucionales. Como sabemos, lo anterior no se logra de la noche a la mañana
(incluso para aquellos bibliotecarios que son profesionales), de ahí la
importancia de la formación permanente de los que están a cargo de estas
bibliotecas, y más importante aún que lleven a cabo en sus instituciones
jornadas de trasferencia de conocimiento de todas las habilidades y
competencias adquiridas en espacios de capacitación, porque también es cierto
que muchos bibliotecarios asisten a jornadas de cualificación y no las
socializan con los docentes y alumnos, o peor aún, no ponen estas buenas
practicas al servicio de la bibliotecas escolar, lo que muchas veces dificulta
que los directivos concedan permisos para participar en estos espacios de
formación. La invitación entonces es a dejar la timidez de lado, porque el
saber del bibliotecario es muy valioso y apoya de gran manera los procesos de
enseñanza y aprendizaje, y como hemos visto, más allá del campo de formación
especifico de cada uno (aunque lo ideal es que se tenga formación en ciencias
sociales y humanas) es un proceso de aprendizaje continuo y permanente, puesto
que las bibliotecas son dinámicas y están en constante cambio, suponiendo
nuevos retos para usuarios y para el personal que está a cargo de dichos
espacios.
Un asunto a fortalecer en la gestión del bibliotecario
escolar es la escasa oferta de servicios para estudiantes de secundaria, puesto
que generalmente se prioriza el desarrollo de actividades de promoción de
lectura para alumnos de primaria, con programas como la hora del cuento, cine
foros, talleres de manualidades, entre otros, en ocasiones dejando de lado que uno de
sus principales compromisos del bibliotecario escolar es brindar todas las
herramientas necesarias para que la comunidad educativa tienda hacia el
autoaprendizaje y la realización como lector autónomo
Referencias
Castán L, G. (2004). Diez tesis para el debate sobre las bibliotecas escolares. Educación y biblioteca, 1-19.
Duque C, N., & Rodriguez G, H. (2017).
¿Qué sentido tiene el bibliotecario y la biblioteca escolar?. Representaciones
sociales del bibliotecario y la biblioteca escolar en Antioquia y Caldas. En U.
d. Antioquia, El territorio de la biblioteca escolar en Colombia: un campo
en discusión y construcción (págs. 47-76). Medellin: Fondo editorial
Biblioteca Pública Piloto.
Jaime, F. M. (2012). La imagen profesional del
bibliotecario escolar, la percepción de los directivos y la autopercepción de
los bibliotecarios de las escuelas primarias de la ciudad de Rafaela, Santa fe.
Información, cultura y sociedad, 55-90.
Yulán, S. (2013 ). Algunas reflexiones
críticas en torno a la formación bibliotecaria y en particular el caso del
bibliotecario educativo. Critica bibliotecológica, 69-78.
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