martes, 18 de agosto de 2020

IDEAS PARA UN PERFIL DE BIBLIOTECARIO ESCOLAR


Duban Mauricio Gil Aristizábal

Bibliotecólogo Universidad de Antioquia

Máster en estudios avanzados de literatura Universidad de Barcelona



En esta entrada vamos a tratar un tema bastante sensible, teniendo en cuenta que la representación social y el imaginario colectivo del bibliotecario escolar normalmente no lo dejan bien posicionado en su gestión dentro de la Institución educativa. Juicios parcializados han desvalorizado y desdibujado el rol del bibliotecario, muchas veces estos señalamientos llegan desde profesionales de la Educación y la Bibliotecología, incluso otros sectores ajenos al área, que sin conocimiento real, pues no han tenido experiencia en bibliotecas escolares dicen ser referentes de estas. En este sentido, basado en mi experiencia, me voy a tomar el atrevimiento de hacer una reflexión sobre lo que debe ser el perfil idóneo de un bibliotecario escolar. Seguramente pasaré algunos aspectos por alto, por lo que es una propuesta que está abierta al debate.

 

En primer lugar, debemos partir del principio que la biblioteca escolar permite el diálogo de saberes, por tal motivo es un territorio donde se valora en alto grado el conocimiento multidisciplinar, entre más flujo de información se dé en diversos sentidos mucho mejor. Sin embargo, no podemos perder de vista los aspectos clave de la gestión de la biblioteca escolar, donde se incluyen asuntos técnicos, pedagógicos y administrativos. Si bien la tendencia en las bibliotecas es que sus dinamizadores tengan formación social y humanística esto no significa que sea un campo vetado y prohibido para otros perfiles (seguramente esto último no va a caer muy bien entre muchos colegas y es un punto de vista que se puede disertar de muchas maneras). Muy bien, teniendo en cuenta mi experiencia en espacios de liderazgo en estos espacios, me he encontrado con bibliotecarios con formación en disciplinas como el Derecho, la Comunicación, Historia, Ingeniería de sistemas, Educación e incluso algunos sin formación profesional, los cuales realizan un trabajo muy valioso en sus bibliotecas, algunos de ellos involucrados de lleno en procesos de gestión escolar y que complementan su trabajo de la mano con los docentes.  No puedo dejar de reconocer que algunos bibliotecarios escolares con formación profesional en bibliotecología son referentes, sin embargo, todavía son muy pocos los que se inclinan por este sector. Necesitamos que muchos más bibliotecólogos estén liderando bibliotecas escolares, sabemos que las condiciones no siempre son las mejores y algunos factores que van más allá de la vocación y la misma formación por el momento no la ponen tan fácil, pero considero que es un campo que no podemos dejar de conocer.

 

Podríamos mencionar y describir cantidad de características que debe tener un buen bibliotecario escolar (pasión, capacidad para trabajar en equipo, gestor cultural, amante de la lectura, aprendizaje continuo, sensibilidad, empatía, con manejo de las nuevas tecnologías, creatividad), los cuales la mayoría de bibliotecarios las tiene en mayor o menor medida, pero seguramente esto ya se ha mencionado hasta la saciedad. Quiero entonces enfocar mi reflexión en 2 aspectos que considero fundamentales: Liderazgo y vocación pedagógica como características imperativas de todo bibliotecario escolar.



Cuando hablamos de liderazgo nos referimos a aquellas personas que de manera permanente se están construyendo desde adentro hacia afuera, son inquietos, investigadores, enamorados del aprendizaje y que cuentan con una capacidad de convocatoria por encima de la media. Un líder de manera natural es capaz de generar espacios de construcción colectiva y de implementar comunidades de aprendizaje. Existen procesos bibliotecarios realmente hermosos en las instituciones educativas, pero dado a que el bibliotecario no ha cualificado sus capacidades de liderazgo, estas experiencias no son visibles y no cuentan con el apoyo deseado en dichas instituciones. No es raro que el bibliotecario no sea tenido en cuenta en el organigrama institucional y sea un actor ausente en los procesos de gestión escolar, en el mejor de los casos su papel se limita al de promotor de la lectura y escritura en la institución o como apoyo a procesos administrativos ajenos a la labor bibliotecaria, y como ya hemos mencionado en anteriores reflexiones su rol es mucho más activo e integrador.

En este sentido, no podemos perder de vista que las funciones del bibliotecario escolar son principalmente pedagógicas (sin descuidar aspectos técnicos y administrativos), puesto que son estas actividades las que se relacionan directamente con el quehacer educativo. No se trata que la biblioteca escolar suplante lo que realiza la biblioteca pública con sus usuarios infantiles y juveniles, puesto que la escuela se sitúa en la esfera de la producción, en la esfera del trabajo, mientras que el placer de leer, el gozo por la lectura –como por casi todo lo demás- se sitúa en la esfera del ocio. (Castán L, 2004, pág. 2). No se trata de restar valor a las actividades de promoción de lectura y escritura, sino ponerlas en el sitio que le corresponden.

 

Es posible que debido a la tradición y al desarrollo que ha tenido la biblioteca pública en Medellín sus experiencias significativas se extiendan hacia otras bibliotecas (en especial las escolares), sin embargo, no se puede perder de vista que a la biblioteca escolar se va a estudiar, a trabajar en grupo, a adquirir conocimientos, pero también es un espacio de sociabilidad que fomenta un ocio creativo (la lectura en primer lugar) al que los alumnos acuden voluntariamente y deciden las actividades en las que desean participar. (Castán L, 2004, pág. 4). Por tanto, la función pedagógica debe ser la protagonista y las otras son maneras de fortalecer el quehacer bibliotecario y la oferta de servicios, dándole un valor agregado y propiciando espacios para aprendizajes alternos que complementen las necesidades y búsquedas de sus usuarios. En concordancia con lo anterior, existe cierto consenso entre la comunidad académica (Castán L, 2004), (Duque C & Rodriguez G, 2017)(Yulán, 2013 ),  en lo que se refiere a la naturaleza y funciones del bibliotecario escolar, los modelos existentes y las propuestas que se suelen oír difieren notablemente, aunque se parte del acuerdo común de que debe tener doble formación (pedagógica y bibliotecológica), aunque dando prioridad al aspecto pedagógico, incluso se ha llegado a proponer la figura del “maestro bibliotecario”, el cual podría saldar una deuda pendiente con las bibliotecas escolares y su mismo personal, ya que esto supondría que el bibliotecario podría entrar a la carrera docente, mejorando de gran manera sus condiciones de contrato y permanencia en la institución, a su vez las bibliotecas podrían contar con una capacidad instalada que garantice la consolidación de procesos bibliotecarios a largo plazo.  Como sabemos que esta figura aún no es real y que de darse no será en el corto plazo,  propongo que en su lugar se fortalezcan los procesos de supervisión y acompañamiento de entidades como las Secretarias de Educación a las actividades del bibliotecario escolar, donde se establezcan planes de acción y seguimiento que incluyan indicadores de la gestión de la biblioteca escolar, además del desarrollo de acciones que garanticen la cualificación del personal bibliotecario en todos los aspectos de la gestión de este tipo de biblioteca, no solo en la promoción de lectura como normalmente se hace. Desde hace algunos años se ha planteado la necesidad de la inclusión de la biblioteca en el Proyecto Educativo Institucional y es algo que no puede seguir pendiente, esto también garantizará mejor eficiencia en la supervisión de los bibliotecarios y el mismo diseño de sus actividades contractuales, ya que su gestión apoyaría de manera directa indicadores de la evaluación institucional.

 

Otro aspecto clave en estos procesos de liderazgo y de vocación pedagógica es que el bibliotecario escolar consolide una relación horizontal con el cuerpo docente, basados en los principios de la comunicación asertiva. De esta manera, los saberes de ambos actores se encuentren y se complementen, en otras palabras, el bibliotecario escolar se debe dar su lugar en la Institución Educativa y ganarse los espacios, cuando logre esto la biblioteca también será más visible y tendrá más protagonismo en los procesos institucionales. Como sabemos, lo anterior no se logra de la noche a la mañana (incluso para aquellos bibliotecarios que son profesionales), de ahí la importancia de la formación permanente de los que están a cargo de estas bibliotecas, y más importante aún que lleven a cabo en sus instituciones jornadas de trasferencia de conocimiento de todas las habilidades y competencias adquiridas en espacios de capacitación, porque también es cierto que muchos bibliotecarios asisten a jornadas de cualificación y no las socializan con los docentes y alumnos, o peor aún, no ponen estas buenas practicas al servicio de la bibliotecas escolar, lo que muchas veces dificulta que los directivos concedan permisos para participar en estos espacios de formación. La invitación entonces es a dejar la timidez de lado, porque el saber del bibliotecario es muy valioso y apoya de gran manera los procesos de enseñanza y aprendizaje, y como hemos visto, más allá del campo de formación especifico de cada uno (aunque lo ideal es que se tenga formación en ciencias sociales y humanas) es un proceso de aprendizaje continuo y permanente, puesto que las bibliotecas son dinámicas y están en constante cambio, suponiendo nuevos retos para usuarios y para el personal que está a cargo de dichos espacios.     

 


Un asunto a fortalecer en la gestión del bibliotecario escolar es la escasa oferta de servicios para estudiantes de secundaria, puesto que generalmente se prioriza el desarrollo de actividades de promoción de lectura para alumnos de primaria, con programas como la hora del cuento, cine foros, talleres de manualidades, entre otros, en ocasiones dejando de lado que uno de sus principales compromisos del bibliotecario escolar es brindar todas las herramientas necesarias para que la comunidad educativa tienda hacia el autoaprendizaje y la realización como lector autónomo (Yulán, 2013 , pág. 73). Es decir, que seguimos teniendo como deuda pendiente en el diseño de servicios y actividades que apoyen el currículo escolar y fortalezcan habilidades en alfabetización informacional como la búsqueda, el acceso y uso de información que contribuyan a la adquisición y desarrollo de habilidades y competencias propias del plan de estudios. No se puede perder de vista que una biblioteca escolar es el reflejo del bibliotecario, por lo que el componente pedagógico es esencial, de manera que el rol del bibliotecario escolar consiste en combinar la responsabilidad del maestro, involucrado directamente en la labor educacional de la escuela, con las incumbencias de la función bibliotecaria en cuanto a organizar y conducir una biblioteca de acuerdo con normativas técnicas. Su función principal es la de ofrecer el más amplio respaldo posible a la función educativa. (Jaime, 2012, pág. 61). De alguna manera, las funciones técnicas y administrativas del bibliotecario son similares en la mayoría de las tipologías de bibliotecas, sin embargo, la oferta de servicios si es diferencial en la biblioteca escolar, prevaleciendo el aspecto pedagógico y el apoyo de los objetivos del proceso de enseñanza y aprendizaje, por tanto, el bibliotecario escolar debe ser consciente de esta responsabilidad y orientar su oferta de programas y servicios en este sentido. Es imperativo entonces que la vocación pedagógica este presente y si es posible desarrollar procesos de formación en este campo mucho mejor, por tanto, la invitación también es aprovechar los diferentes escenarios y espacios de formación que puedan apoyar al desarrollo de habilidades y competencias en dicha disciplina.  

 

 

 

 

   

Referencias

 

Castán L, G. (2004). Diez tesis para el debate sobre las bibliotecas escolares. Educación y biblioteca, 1-19.

Duque C, N., & Rodriguez G, H. (2017). ¿Qué sentido tiene el bibliotecario y la biblioteca escolar?. Representaciones sociales del bibliotecario y la biblioteca escolar en Antioquia y Caldas. En U. d. Antioquia, El territorio de la biblioteca escolar en Colombia: un campo en discusión y construcción (págs. 47-76). Medellin: Fondo editorial Biblioteca Pública Piloto.

Jaime, F. M. (2012). La imagen profesional del bibliotecario escolar, la percepción de los directivos y la autopercepción de los bibliotecarios de las escuelas primarias de la ciudad de Rafaela, Santa fe. Información, cultura y sociedad, 55-90.

Yulán, S. (2013 ). Algunas reflexiones críticas en torno a la formación bibliotecaria y en particular el caso del bibliotecario educativo. Critica bibliotecológica, 69-78.

 

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